No puedo ni imaginar lo que ellos están pasando estos días, creo que nadie puede ponerse en la piel de un tragedia como la que les ha ocurrido, y que les acompañará el resto de sus vidas. Intento aguantar unos segundos, imaginando como sería que a las pocas horas de ver nacer a mi hijo, esta puta vida se lo llevara, y no lo aguanto, me ahogo, me extenúa la impresión que me produce en el corazón y desisto en el intento.

Me resulta imposible poderles ayudar, darles una bocanada de aire para que sobrevivan de ese agujero inevitable del que les costará salir y que cuando lo hagan, las cicatrices les acompañarán para siempre.

Sin embargo, esta puta vida de la que hablaba y que a veces da ostias a quien menos se lo merece, también tiene cosas maravillosas de las que te das cuenta en situaciones extremas, y es por un lado, la gente que te rodea: el cariño y amor de tu familia y de tus amigos te hace sentirte vivo y afortunado; y por otro, apreciar todo lo que de verdad merece la pena y es importante, y el archiconocido carpe diem.

Intento, intento, intento y me siento impotente por no conseguir ayudarles, y solo se me ha ocurrido escribirles algo, que sé no leerán en estos momentos, y buscar una foto que refleje lo que me gustaría transmitirles, un pensamiento positivo, un nuevo día o una nueva noche. Allá donde esté Carlos, se sentirá orgulloso de tener a los padres que tiene y que le cuidarán para siempre.

amanecer