Toca poner el punto y seguido de este diario de viaje (¿2015?), una forma de expresar lo que he podido vivir tanto en el antes, como el durante y hoy el después, de nuestro sueño islandés. Resulta curioso la montaña rusa de emociones que hemos podido sentir en los últimos 15 días. Los días antes de despegar, expectativas, nervios, incertidumbre, timidez, ilusión…, en Islandia la sorpresa, el cansancio, entusiasmo, compañerismo, amistad, y ya en España el reconocimiento, el mono, la paz, la añoranza…
También recapacitando uno se da cuenta de que Islandia es como Jekyll y Mr Hyde, joven, ardiente y salvaje en según que momentos y fría y peligrosa en otras. Lo primero que me sorprendió al llegar a Madrid fue la luz. Si , la cantidad de luz que hay incluso donde vivo en la sierra comparado con aquellas tierras, y he estado en Pirineos por ejemplo, donde hay poca contaminación lumínica, sin embargo aquello si es oscuridad. Lo segundo es la quietud, las nubes en Islandia son como el coche de Hamilton este año comparado con el Ferrari «español», en 7 días nos pasaron 3 borrascas a toda leche, y tuvimos muchos momentos buenos de fotografía a pesar de ello. Y como no, la espectacularidad que se presenta cada 20 o 30 km en forma de géiser, cascada, glaciar, volcán, cañón, icebergs…etc
Frio?, pues todo el mundo que me pregunta por el viaje me habla del frío, sin embargo yo excepto una noche no sentí nada de frío, es cierto que iba bien equipado, pero aun así soy friolero, y allí nasty, pese al viento, supongo que todo cambia en el interior y en invierno, pero fue toda una sorpresa para mi. Y que tal con las auroras? es la siguiente pregunta, pues las auroras es como la canción de Enriquito «una experiencia religiosa», algo que hay que vivir, porque a cada persona supongo lo sentirá de forma muy distinta. Me propuse olvidarme del grupo con la primera y disfrutarla sin cámara, pues nasty x 2, cuando David hizo la primera foto en Gulfoss y nos gritó que creía ver una aurora en el visor, fui como un cazador cámara en mano, ni momento zen ni leches, a por ella…sin embargo esto no me pasó cuando vi esta cascada, con la que me quedé petrificado, como ya os conté, y estuve 15-20 minutos que se me saltaban las lagrimas. Es decir nunca sabe uno como reaccionar y es mejor intentar no planificar y tener expectativas, algo para mi imposible.
Quizás lo mas baboso sería decir que lo mejor del viaje es la gente, quien me conozca podrá saber si me estoy columpiando o en realidad lo siento. Entre la gente que estuvo en el taller había amigos de antes, gente a la que aprecio y admiro bien sea por su nobleza, por su alegría y buen humor, por su personalidad….y después del taller creo que he creado vínculos con otros que no conocía, pero el buen rollo durante toda la semana ha sido envidiable y al final en esta efímera vida, lo que merece la pena son los momentos vividos con la que gente que aprecias y quieres, y en este viaje me llevo unos cuantos de esos momentos en el bolsillo, mas de los que pensaba. Asi que esta entrada y esta foto va por ellos 15 sin excepción.
Esta frase no es mia, pero resume perfectamente lo que yo pienso:
«Los momentos mas espectaculares los pasas cuando tu no los has planeado.. Pero no puedes pasar ninguno si no te atreves a soñar»