¿Os acordáis de la película los puentes de Madison?, para alguno sé que es empalagosa, lenta y hasta insoportable, pero para mi tiene un mensaje y una sensibilidad fuera de lo común y que viene muy a cuento de lo que os quiero contar en este post. Trata sobre una mujer en los 50, con una vida insulsa, tranquila y sosegada, con una familia convencional, con unas costumbres convencionales, el tiempo pasa muy despacio y sin sobresaltos. Y de repente aparece en su vida una persona, fotógrafo de National Geographic, que tiene todo lo contrario, es un aventurero, atractivo a sus ojos, culto y plagado de no convencionalismos. Se enamora de él, pero llegados a un punto debe decidir que hacer, seguir su camino por esa autopista que traza todo el mundo junto con su familia, o caminar por otro camino, un nuevo camino. Aquí podéis ver la brillante captación de ese momento:
Aun me emociono al verla, por todo lo que significa para mi, es como un recordatorio sobre perseguir tus sueños y no tener miedo a lo desconocido.
He dejado mi trabajo de ingeniero, estable, convencional, para dedicarme a tiempo completo a la fotografía, mi camino, mi pasión, mi ilusión y mi felicidad. Un salto al vacío, arriesgado, desafiante, pero que me hace sentirme vivo, y en un futuro no tener remordimientos por no atreverme a buscar mis sueños, aunque por ello pueda fracasar.
Algunos os acordareis que estuve al principio del año fuera de las redes sociales e incluso de la fotografía, aquello era un kitkat para darme cuenta si en realidad amaba tanto esta profesión como creía, para darme un respiro para todo lo que me pasaría en los meses siguientes y lo que queda por venir, en resumen un tiempo para soñar y llevar mi sueño a la realidad.
Tengo la enorme suerte (aunque no crea en ella) de contar con una familia que me ha apoyado al 100%, mis padres, que sacrificaron gran parte de su humilde vida, echando ambos dos, horas y horas en sus trabajos para que sus hijos pudieran tener una carrera y ahora se encuentran que la dejo aparcada, sin embargo ahí están entendiéndome y ayudándome. Mi mujer, mi sustento día a día, mi último aliento cuando yo no lo tengo, ella me ha empujado a emprender esta aventura, asumiendo los riesgos económicos que conlleva, tal y como está el mundo fotográfico, pero teniendo siempre a la vista la felicidad en nuestra familia. Mis pequeños, que cada día desde hace meses me preguntan cuando dejo mi trabajo para ser fotógrafo, siendo conscientes tan pequeños, de que es mi ilusión. Y también mis amigos mas cercanos, que han conocido de primera mano todo lo que he pasado estos meses, y han tenido un rato para llamarme, ponerme un mensaje o quedar, ayudarme con talleres, animarme.
A todos vosotros, GRACIAS.
Me esperan unos meses duros, de mucho trabajo y poca recompensa, de abrirme camino, de caerme y volverme a levantar, pero tengo ilusión para rato, porque estoy preparado para agarrarme a la felicidad y no soltarla hasta que mi enorme tozudez sea vencida, hasta gastar mi último gramo de pasión, hasta que la última luz de este faro se desvanezca.